miércoles, 16 de noviembre de 2011

LOGISTICA 2

Nov- 2011, VI SEMESTRE, Sección 001-N
Actividad: Aspectos Conceptuales. Lectura de interés.

Objeto de la cultura preventiva

Nuestro actual sistema de Protección Civil descansa sobre una estructura informada necesariamente por los mismos principios de nuestra organización sociopolítica: los de responsabilidad, autonomía, efectividad, desconcentración, coordinación, solidaridad, etc., que dan como resultado que este sistema de Protección Civil se instale en diferentes cuotas de responsabilidad entre los diferentes agentes que intervienen: desde las diferentes administraciones públicas, hasta las propias personas.
Desde las diferentes administraciones públicas en su responsabilidad y asunción de competencias propias al dirigir, organizar, diseñar y planificar la gestión de la Protección Civil en los distintos niveles de territorialidad y grado de implicación, hasta la de las propias personas físicas en la obligatoriedad ciudadana de participación responsable en la comunidad y en la autoprotección como garante de su propia libertad y derechos más elementales.
La Protección Civil se configura como un servicio público, y como tal debe ser garantizado por las diferentes administraciones, instrumentalizándose a través de la planificación, que no queda limitada a pergeñar una estructura exclusivamente reactiva ante la posible emergencia, sino que ocupa todas las fases de evolución del siniestro, incluso adelantándose en el tiempo a la propia concreción: previendo los posibles peligros que pueden dar lugar al riesgo, analizando los sucesos desencadenantes, corrigiendo su evolución previniéndole con diferentes medidas; planificando las posibles respuestas, los métodos y formas de intervención y, por último, rehabilitando las estructuras esenciales de los sistemas sociales dañados, a través de los oportunos planes, tanto generales para todo tipo de emergencia como especiales para ciertos riesgos muy definidos.
Estos planes no pueden entenderse configurados como un simple documento que queda “archivado” perennemente en las estanterías de los diferentes servicios de Protección Civil como una obra literaria o técnica muy elaborada, sino que, muy al contrario, deben ser estructuras “vivas” que se vertebran y evolucionan al tiempo que evolucionan los cambios en las diferentes ecuaciones del riesgo: cambio en los propios riesgos, cambios en los recursos y medios, cambios en los elementos expuestos, etc. Es decir, los planes de Protección Civil realmente suponen tomar medidas, estructurar trabajos, realizar obras en algunos casos, realizar simulacros, y preparar a los diferentes agentes para defenderse de los posibles riesgos.
Cuando hablamos de preparar a los diferentes agentes implicados, volvamos a recordar lo dicho al principio sobre los diferentes grados de responsabilidad de esos agentes, desde las administraciones públicas hasta las propias personas implicadas.
Las administraciones, que sepamos, la componen unas personas y una organización, y es a través de estas personas y esta organización como sirven a los intereses generales. En nuestro caso y en el especial deber de proteger civilmente, las administraciones actúan a través de esos colectivos organizados de personas, actuando sobre una población y unos bienes a proteger.
Podríamos hablar, por lo tanto, de la existencia de un grupo de agentes activos, en el sentido de estar especialmente diseñados para “atender” la evolución de las causas de riesgo; y unos agentes pasivos, en cuanto a ser elementos expuestos al desarrollo de esas causas.
Entre los primeros estarían los componentes de los organigramas de la planificación, autoridades responsables, comisiones de estudio…, –lo que se conoce como la escala de decisión–, y los grupos operativos o los distintos colectivos encargados de desarrollar los planes. Mientras los agentes pasivos serían los ciudadanos expuestos a los diferentes riesgos.
Tanto unos como otros están implicados en los objetivos de Protección Civil, unos asegurando y protegiendo, y otros protegidos y auxiliados en su caso

Aquí juega un papel fundamental el diseño de la información que sobre los objetivos, contenido y actividades de la planificación debe tener cada colectivo. Reservamos el término formación para los primeros, para los agentes activos, los grupos de responsabilidad y operatividad que deben responder técnicamente a los riesgos y que requieren especiales conocimientos y específicas habilidades; mientras que para los segundos reservamos el término información, en cuanto agentes pasivos de los que se pide más que un elevado grado de conocimiento de los planes y especiales habilidades, la mejor actitud posible ante las distintas evoluciones de las emergencias.
El primer término propone actividades específicas de entrenamiento, bien tendentes a labores de prevención o bien de intervención, pero siempre desde el punto de vista de la operatividad, así podríamos pensar en la formación de un grupo de voluntarios de protección civil a quienes se instruye en el mantenimiento de los hidrantes de una comunidad y que periódicamente se encargan de mantener dicho recurso activo y en perfecto funcionamiento como una medida de inmediata operatividad, o su instrucción y entrenamiento para montar líneas de agua desde esos hidrantes hasta diferentes puntos, como una medida de intervención en caso de que se produzca la emergencia ganando un tiempo precioso para su resolución más leve.
El segundo término nos propone, por su parte, programas de difusión sobre la conveniencia de dar a conocer el alcance y objetivos finales de los planes y conseguir ciertas actitudes positivas ante los fenómenos con riesgo, como ejemplo puede servirnos cualquier campaña de publicidad de la D.G.T. para tratar de minimizar los accidentes de tráfico, o la emisión de folletos explicativos a la población en general para paliar los efectos en la salud de la exposición al calor.
Recordemos que anteriormente apuntaba que la base de la información a la población reside especialmente en el campo de la actitud, es decir en la propensión que personalmente todos debemos tener para “ayudarnos” a mejorar nuestra seguridad en todos los sentidos que optimicen, a su vez, nuestra calidad de vida.
Sobre esa actitud deben trabajar principalmente todos los programas que desde las distintas administraciones se realicen para dotar a nuestra sociedad de instrumentos personales y colectivos, de respuesta a los posibles riesgos.
Los métodos no son siempre sencillos, ni los caminos van a ser siempre despejados y rápidos, sin duda nos encontraremos diariamente con dificultades y sobresaltos que impedirán una línea recta y despejada, pero los que de alguna manera tenemos la responsabilidad de estructurar la gestión de la seguridad en nuestra comunidad social, debemos tener continuamente actualizado el sentido, alcance e importancia de la cultura de la prevención en el tejido social de nuestra competencia.
Una buena planificación debe analizar con profundidad hasta qué punto es necesario asumir el riesgo y cuándo el mismo es inaceptable, y en la cultura preventiva a difundir sería equivocado no tener en cuenta la asunción real por la sociedad de un fenómeno dado que pueda provocar peligro, y tratar de reducir todo a la expresión cero.
La Cultura Preventiva, en resumen, deber ser una acción permanente y continua, que ha de incidir sobre el tejido social, proponiendo la responsabilidad de los ciudadanos en general ya sea con respecto a la disposición particular de cooperación y serenidad ante la existencia de cualquier tipo de riesgo, como de riesgos en particular, incidiendo especialmente sobre el campo de la actitud.

citado 11-11-11
http://www.iaem.es/Documentos/CulturaPreventiva.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario